sábado, 4 de junio de 2016

El futuro de la educación

Es la nochevieja de 2029. Quedan tres horas para adentrarnos de lleno en la nueva década, y la gente está cenando con sus familias a una temperatura estival de 25 grados. La abuela está con sus nietos y estos le insisten en que les cuente una de esas historias de princesas y dragones, que no mucha gente recuerda. Los niños, de edades comprendidas entre 3 y 7 años, la miran cautivados por la magia del cuento de la abuela. Les encanta escucharla pues, es la única que les narra o lee historias.

Los niños de esta generación ya no saben lo que es el olor de un libro, el tacto de sus páginas, el color que desprenden... Ellos están acostumbrados a utilizar la tecnología de última generación. No saben escribir a mano, solo saben teclear; leen, pero no saben escribir; escuchan, pero no saben pensar. Las diversas reformas en la Ley de Educación han terminado por suprimir la literatura, la filosofía, la historia, las artes...son libros prohibidos, al alcance de muy pocos.

La enseñanza se ha centrado en formar robots al servicio del consumismo: tecnología, tecnología, tecnología... ¡Para qué! La abuela echa la vista atrás hasta 2012. Ahí empezó todo. Ahí acabó todo. ¡Cuánto le gustaría poder cambiar el pasado! Recuerda que por aquel entonces aún se podían hacer manifestaciones en la calle por los derechos. Ahora casi nadie recuerda qué son los derechos. 

La educación es fundamental, no podemos permitir que acaben con el pensamiento crítico, con la inteligencia. No nos hacen falta tantos recursos tecnológicos en el aula. Lo que necesitamos es más literatura, más filosofía, arte... Necesitamos recuperar la escuela de los clásicos. Dejemos de pensar en producir, en el concepto de "útil"; útiles hay muchas cosas, y sobre todo, la cabeza, una cabeza pensante. Aún hay tiempo para revertir esta tendencia. 


Y puestos a imaginar, imaginemos con John Lenon:



¡Hasta la vista!


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