Los niños de esta generación ya no saben lo que es el olor de un libro, el tacto de sus páginas, el color que desprenden... Ellos están acostumbrados a utilizar la tecnología de última generación. No saben escribir a mano, solo saben teclear; leen, pero no saben escribir; escuchan, pero no saben pensar. Las diversas reformas en la Ley de Educación han terminado por suprimir la literatura, la filosofía, la historia, las artes...son libros prohibidos, al alcance de muy pocos.
La enseñanza se ha centrado en formar robots al servicio del consumismo: tecnología, tecnología, tecnología... ¡Para qué! La abuela echa la vista atrás hasta 2012. Ahí empezó todo. Ahí acabó todo. ¡Cuánto le gustaría poder cambiar el pasado! Recuerda que por aquel entonces aún se podían hacer manifestaciones en la calle por los derechos. Ahora casi nadie recuerda qué son los derechos.
La educación es fundamental, no podemos permitir que acaben con el pensamiento crítico, con la inteligencia. No nos hacen falta tantos recursos tecnológicos en el aula. Lo que necesitamos es más literatura, más filosofía, arte... Necesitamos recuperar la escuela de los clásicos. Dejemos de pensar en producir, en el concepto de "útil"; útiles hay muchas cosas, y sobre todo, la cabeza, una cabeza pensante. Aún hay tiempo para revertir esta tendencia.
Y puestos a imaginar, imaginemos con John Lenon:
¡Hasta la vista!
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